Ver cómo nuestros infantes leen y escriben es una gozada como padres, madres y personas que acompañamos a la infancia. Pero a veces, la lectoescritura se vuelve un gran laberinto para nuestros peques. A este laberinto le vamos a llamar dislexia, y en el post de hoy vamos a descubrir qué es.
DISLEXIA INFANTIL
¿Qué es?
Si analizamos la palabra dislexia, encontramos el prefijo “dis” que significa dificultad y “lexia” que quiere decir “habla”, pero más allá de la dificultad en el habla actualmente consideramos la dislexia como una afectación que dificulta el aprendizaje de la lectoescritura.
Esta dificultad se debe a problemas para identificar los sonidos del habla y para comprender cómo se relacionan las letras con las palabras, lo que se conoce como decodificación. Que, para que lo entendamos, la decodificación significa separar las palabras en partes manejables para nuestra comprensión.
Según el neurocientífico Gabrieli (2017), define la dislexia como “una inexplicable dificultad para el aprendizaje de la lectura que afecta al 10-12% de los infantes”.
Para las autoras Rivas y Fernández (2004), la dislexia se manifiesta como una “dificultad para la distinción y memorización de letras o grupos de letras, falta de orden y ritmo en la colocación y mala estructuración de las frases, afectando tanto a la lectura como a la escritura”.
Según el DSM-V (American Psychiatric Association, 2014), para considerar que un infante tiene dislexia, deben cumplirse los 4 criterios que mostramos a continuación: 1. Presentar, por lo menos, uno de los siguientes síntomas:
- Lectura de palabras de manera imprecisa o lenta y con esfuerzo (errores de precisión, intento de adivinar las palabras, etc.)
- Dificultad a la hora de comprender el significado de lo que lee.
- Falta de precisión respecto a la ortografía (omitir, añadir o sustituir letras). d. Dificultad en la expresión escrita (mala organización de ideas, errores gramaticales o de puntuación, etc.)
Dichos síntomas deben haber persistido, como mínimo, seis meses a pesar de haber intervenido con la finalidad de tratar estas dificultades.
- Las habilidades académicas afectadas, analizadas con pruebas estandarizadas aplicadas con una valoración clínica integral, están por debajo de lo esperado por la edad cronológica y, además, interfieren en el rendimiento escolar de manera negativa.
- Las dificultades de aprendizaje empiezan en la edad escolar, pero quizás no se manifiestan totalmente hasta que las exigencias académicas son tan altas que superan la capacidad cognitiva del infante.
- Las dificultades de aprendizaje que presenta el o la menor, no se explican por otras causas como pueden ser las deficiencias intelectuales (Coeficiente Intelectual menor de 70), déficits auditivos o visuales no corregidos, adversidad psicosocial, falta del dominio de la lengua, etc.
Por otro lado, el mismo DSM-V apunta que hay 3 niveles de gravedad de la dislexia: leve, moderado y grave. Se considera que es una dislexia leve cuando el infante presenta dificultades con las capacidades de aprendizaje en una o dos áreas académicas, pero con el apoyo necesario se puede compensar estas carencias. Una dislexia moderada se presenta cuando el infante también tiene dificultades en más de una área académica, pero incluso con el apoyo y las adaptaciones necesarias no acaba de compensar los inconvenientes. Por último, se considera grave cuando el infante tiene altas dificultades en varias áreas académicas haciendo que el apoyo individualizado y constante en el aula no sean suficientes, necesitando también soporte y adaptaciones en casa.
¿Qué tipos hay?
Gracias a las numerosas investigaciones por diferentes ámbitos (neurológicos, sociológicos, genéticos, etc.) se ha llegado al acuerdo de establecer diferentes subtipos dentro de la dislexia.
Antes de todo debemos saber si nuestro infante presenta una dislexia evolutiva o adquirida. Consideramos que es evolutiva cuando no hay una lesión cerebral concreta que haya causado la dislexia, a pesar de ser innata, es más frecuente diagnosticarla en el ámbito escolar. En cambio, la adquirida es a causa de una lesión cerebral o alguna enfermedad que interfiere en las áreas del cerebro, por lo tanto, no es innata.
Asimismo, según la ruta léxica afectada podemos clasificar la dislexia en tres:
- Dislexia fonológica: se presenta cuando el infante en lugar de leer, deduce lo que ve mediante su lectura visual. Es decir, puede leer “casa” en lugar de “caso”. Para los infantes que tienen este tipo de dislexia es fácil leer palabras que les resultan familiares, pero encontrarán dificultades a la hora de leer palabras largas, palabras desconocidas y, sobretodo, pseudopalabras.
- Dislexia superficial: está vinculada al funcionamiento visual y a la decodificación. El infante presenta problemas a la hora de leer palabras irregulares y aquellas que no suenan de la forma en la que se escriben (como quilo, águila, etc.); además de no ser tan veloz a la hora de leer, especialmente ante palabras largas, cometiendo errores de adición, omisión, entre otros.
- Dislexia mixta (o profunda): es el tipo de dislexia más grave, pero a su vez menos frecuente. Afecta tanto a la vía directa como a la indirecta (cuándo leemos letra a letra) a la hora de leer; y presentan errores semánticos, morfológicos, etc.
EL CEREBRO Y LA DISLEXIA
El neurocientífico John Gabrieli y su equipo han realizado exhaustivos estudios sobre el cerebro de las personas con dislexia. Uno de sus propósitos es poder identificar las diferencias que presenta el cerebro de una persona recién nacida para poder empezar una intervención temprana y preescolar.
Por ahora, Gabrieli señala que hay evidencias que muestran que el cerebro de las personas que tienen dislexia funciona de manera distinta, por lo menos, en dos áreas del hemisferio izquierdo, que es el encargado del lenguaje. Estas dos áreas son:
- La región temporal izquierda, que se encarga de la percepción del texto escrito.
- El área parietal, que se especializa en relacionar cada letra con un sonido.
Además, añade que la anatomía del cerebro de los infantes con dislexia es diferente, y se han observado diferencias en bebés de un mes.
Asimismo, en la investigación “Dysfunction of Rapid Neural Adaptation in Dislexia”, publicado en 2016, Gabrieli y su equipo descubrieron que el cerebro de una persona con lectura típica (sin dislexia), al recibir un estímulo visual o auditivo de forma repetida, lo procesa de manera más eficiente tras cada repetición. En cambio, a través de resonancias magnéticas, han visto que los cerebros de infantes con dislexia no tienen tanta adaptación a estos estímulos reiterados. Por lo tanto, se concluye que el cerebro de los infantes y personas adultas con dislexia tiene menos plasticidad, que está relacionada con la capacidad de aprendizaje.
Y para acabar…
La detección temprana es muy necesaria para poder solventar algunas dificultades. Cómo dice Gabrieli, nos hemos acostumbrado a trabajar desde el fracaso, y muchas veces eso significa ir tarde. Una atención temprana puede evitar que nuestros peques se frustren a la hora de leer y podemos prevenir situaciones más complejas. Para ello, es esencial prestar atención a la manera en que nuestros infantes se comunican y leen, y trabajar en red con las escuelas y otros servicios.
Rita Dunn, profesora y una de las científicas más reconocidas en la investigación sobre los estilos de aprendizaje, dijo una frase que deberíamos tener siempre presente: “Si un niño no puede aprender de la manera que enseñamos, quizás debemos enseñarles de la manera que ellos aprenden”. Cómo personas adultas que acompañamos a la infancia, tenemos la responsabilidad de buscar alternativas para hacer más fácil las dificultades de nuestros peques
y no dejar que caiga la responsabilidad en ellos y ellas cuándo presentan este tipo de problemáticas.
Autora: Laia Ruiz. Educadora Social.
FUENTES
American Psychiatric Association (2014). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), 5ª Ed. Madrid: Editoral Médica Panamericana
Gabrieli, J. D. E. et al. (2016). Dysfunction of Rapid Neural Adaptation in Dyslexia. Neuron.Rivas, R. Ma., & Fernánez, P. (2004). Dislexia, disortografía y disgrafía. Ediciones Pirámide.
The inner workings of the dyslexic brain. (2017). Bold. http://bold.expert/the-inner-workings-of-the-dyslexic-brain/