La curiosidad de nuestros peques es infinita: observan, preguntan, cuestionan y entienden la diversidad que les rodea. Además, en las escuelas, cada vez más se apuesta por una inclusión real. Por eso, vamos a hablar hoy sobre la ceguera y el sistema Braille, una de las maneras que tienen las personas con ceguera o deficiencia visual de acceder a la información.
Las personas con ceguera o con deficiencia visual
Antes de hablar sobre el sistema Braille, es importante que nuestro peque sepa que son las personas con ceguera o con deficiencia visual. Quizás nos ha preguntado porque ha visto a alguien por la calle con bastón o quizás tiene algún familiar o compañero/a en la escuela que lo es. Satisfacer su curiosidad con veracidad, respeto y empatía es clave para que nuestros niños y niñas aprendan que existe una gran diversidad entre personas y que no es algo malo, sino algo que nos enriquece como personas y debemos normalizarlo.
¿Qué es la ceguera?
Nos referimos a ceguera cuando hay una limitación total o muy grave de la función visual. Según la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles) hay dos tipos de cegueras: la total y la parcial.
La primera se caracteriza por no ver nada en absoluto o poder apreciar una pequeña percepción de luz. Las personas con ceguera total, a veces, son capaces de distinguir entre la oscuridad y la luz, pero no pueden diferenciar la forma de los objetos por la vista.
En cambio, las personas que tienen ceguera parcial son aquellas que con una corrección podrían ver y distinguir, aunque con mucha dificultad, algunos objetos a distancias muy cortas. Además, algunas personas con ceguera parcial pueden llegar a leer la letra impresa si hay buenas condiciones de claridad y de tamaño.
Tipos de bastones
Las personas con ceguera o con deficiencia visual suelen utilizar soportes que les ayudan a orientarse de manera autónoma y recibir información de su alrededor. Uno de estos soportes es el bastón. En España existen tres tipos de bastones, según la ONCE:
- Bastón blanco: es el más conocido por la población para identificar a las personas con ceguera.
- Bastón blanco y rojo: este tipo de bastón nos indica que la persona tiene sordo-ceguera. Hay que tenerlo en cuenta a la hora de dirigirnos a ella, ya que al no ver ni oír la comunicación debe adaptarse a esos factores.
- Bastón verde: este bastón lo utilizan las personas que tienen baja visión, por lo que no son del todo personas con ceguera.
Cómo me dirijo a una persona con ceguera
Enseñar a nuestros peques a dirigirse con respeto hacia las personas con ceguera o con deficiencia visual es uno de los mayores aprendizajes que podemos ofrecerles a favor de la inclusividad. Cabe recordar que, ante todo, como personas que acompañamos a la infancia, somos sus modelos de conducta y de educación, por lo que seguramente imitarán la forma en la que nos podemos dirigir a las demás personas. Muchas veces, también siendo personas adultas, podemos sentir reparo e, incluso, miedo ante situaciones con personas que no son conocidas o con las que no tenemos la costumbre de tratar.
Si como referentes nos asustamos, nos reímos o tratamos de manera incorrecta a las personas con ceguera o deficiencia visual, nuestro peque aprenderá a hacer lo mismo. Si, en cambio, les ofrecemos nuestra ayuda, con sinceridad y respeto, y dejamos que nos indiquen cómo necesitan nuestro soporte (si es que lo necesitan), nuestros niños y niñas aprenderán a dirigirse a ellos y ellas de una manera más humana e inclusiva.
Os dejamos algunos consejos para dirigirnos:
- Valorar la situación. Podemos fijarnos si la persona es autónoma, si corre algún tipo de peligro (obstáculo que no pueda apreciar, por ejemplo), el tipo de bastón que lleva, si va acompañada, etc.
- Presentarnos. Si decidimos intervenir, con voz pausada (sin gritar ni tocarle), podemos saludarle, presentarnos (incluye al peque o a la peque si te acompaña) y ofrecerles nuestra ayuda.
- Respetar su decisión. Si la persona no necesita nuestro soporte, no insistimos. Si por el contrario acepta nuestra ayuda, preguntemos cómo podemos ofrecérsela.
- Respetar su espacio corporal. Ofrecer nuestro brazo para que nos coja, ayudarle con las bolsas, indicarle alguna dirección, informándole de los imprevistos en el recorrido (como las obras, etc.)… Siempre mostrando respeto y nunca invadiendo su espacio vital o sosteniendo su bastón.
- Dar referencias espaciales apropiadas. “Está a tu izquierda y hacia adelante”, los gestos y términos para señalar (aquí, allí…) no tienen ningún significado.
- Mantener el orden. No dejar objetos fuera de su lugar habitual, en medio de las acercas o cambiar las cosas de sitio sin avisar.
- Adaptar el espacio. Podemos ayudarnos con señalización, iluminación y contrastes adecuados que fomenten su autonomía y les refuerce su seguridad.
El sistema Braille
Un poquito de historia…
Desde siempre ha habido personas con dificultades severas en la vista y, por lo tanto, desde la antigüedad se han inventado sistemas para facilitar la lectura y la escritura a estas personas. Se utilizaban cuerdas de diferente grosor, letras de madera e, incluso, letras con relieve. Estos sistemas eran un poco rudimentarios y bastante dificultosos, por lo que no consiguieron tener éxito.
En el siglo XVIII el mundo empieza a tener otra perspectiva con las personas con diversidad y, en especial, con la ceguera. Y en París, por ejemplo, Valentin Haüy funda el primer centro educativo para personas ciegas. Utilizaban el sistema Haüy para leer y este consistía en la grabación de los caracteres que se utilizaban en vista, pero con un alto relieve. De esta manera, las personas ciegas pudieron leer, pero no podían escribir.
En 1821, un capitán de artillería llamado Charles Barbier de la Serre, presenta un sistema puntiforme al centro educativo. Este sistema lo inventó para que los soldados pudieran enviar mensajes en relieve y así leerlos en la oscuridad, se escribían con una pauta y un punzón, consistían en puntos y guiones que se leían con las yemas de los dedos y representaban sonidos.
En la escuela se probó este sistema puntiforme, pero el alumnado se cansó bastante rápido. Solo representaban los sonidos y el sistema no incluía las mayúsculas ni los signos de puntuación.
Louis Braille era uno de los alumnos del centro educativo para personas ciegas. Probó el sistema de Charles Barbier de la Serre y quiso mejorarlo. Su intención era reducir los puntos en relieve para que se pudieran sentir, y leer, con la yema del dedo. Además, para facilitar su lectura, utilizó una rejilla plana. Y como le encantaba la música, también ingenió un sistema para escribir las notas. Acabó una de las primeras versiones del sistema Braille con 15 años.
Años más tarde, el sistema Braille empezó a usarse en Francia, luego en Europa y acabó siendo mundial. Al ser un sistema de lectura y no un lenguaje, se puede adaptar a las diferentes lenguas del mundo.
¿Cómo es el sistema?
El sistema puntiforme de Charles Barbier consistía en 12 puntos que sobresalían, pero esto dificultaba su lectura ya que se necesitaba más de un dedo para leerlos todos. Louis Braille lo redujo a 6 puntos, por lo que era más fácil acceder a la información que estos ofrecían: una sola letra, podía ser reconocida con un solo toque.
Los puntos se colocan en dos columnas, con tres filas cada una. A cada punto se le asigna un número del uno al seis, y cada letra corresponde un número (o una secuencia) diferente. Por ejemplo: la letra A es el primer punto; la B es el primer y segundo punto; la C es el primer y cuarto punto.
Algunas actividades
Con la finalidad de familiarizar a nuestros niños y niñas con el sistema Braille, proponemos tres actividades sencillas que podemos ir practicando a lo largo del día:
- ¿Qué dicen las calles?
Os proponemos dar un paseo en familia por la calle y buscar aquellas señales o palabras que están adaptadas a las personas con ceguera o con deficiencia visual. Os damos algunas pistas:
- ¿El suelo tiene diferentes texturas?
- ¿Quizás encontramos palabras en Braille en el ascensor o en la puerta de algún establecimiento?
- ¿El semáforo emite señales acústicas?
- ¡Escribimos en Braille!
Quizás nos resulte complicado hacernos con los útiles para escribir en Braille, pero siempre podemos adaptar el material que tenemos en casa: una cartulina y una aguja de punta redonda.
Os proponemos que ensayéis el alfabeto Braille y luego podáis escribir palabras o pequeñas frases. Podemos empezar por nuestros nombres y por algunas frases significativas de vuestra familia. ¿Sois capaces de leerlas?
- ¡Vamos a la Biblioteca!
En las Bibliotecas Municipales debería haber algunos libros escritos con el sistema Braille. Podemos ir en busca de ellos e intentar leer, por lo menos, el título.
Cuentos
Quizás nuestro niño o niña se ha interesado más por el tema y tiene curiosidad por aprender. Desde Tyra os recomendamos algunos cuentos que facilitan la inclusión de las personas con ceguera y con deficiencia visual.
- El libro negro de los colores de Menena Cottin.
Tomás es un niño con ceguera y nos explica cómo entiende él los colores (a través del gusto, del tacto, etc.). Además, nos da otra perspectiva de cómo podemos disfrutar de los colores sin verlos.
El libro tiene las páginas en negro y los objetos que se mencionan tienen relieve. El texto también está escrito en Braille.
Este cuento es perfecto para peques mayores de 3 años y para promover la integración entre personas que pueden ver y las que no.
- La niña que caminaba entre aromas de Ariel Andrés Almada
Ana es una niña que nace siendo invidente; y por ello desarrolla otros sentidos que la hacen realmente especial: sabe leer y entender las emociones y sentimientos de las personas que le rodean; además de reconocer y disfrutar de los aromas que salen de la cocina de su abuela.
Este cuento es ideal para peques mayores de 5 años. En él se habla de la diversidad y de las fortalezas de las personas, por lo que será esencial para hablar sobre las diferencias que tenemos las personas y aquellas características que nos hacen realmente únicas.
- Sofía, la golondrina de Almudena Taboada
Sofía es una golondrina que nace con ceguera, pero esto no le impide jugar con las niñas de su pueblo y disfrutar como cualquier otro peque de su edad. Esto lo consigue gracias a Braileto, su profesor, que la guía en olfato y oído. Un día Sofía debe ayudar a un niño perdido y lo consigue gracias a sus capacidades.
Es un cuento perfecto para la primera infancia e, incluso, para peques de hasta 12 años. Además, nos ayuda a trabajar la autonomía, la cooperación y la ayuda entre seres.
Autora: Laia Ruiz. Educadora Social.
FUENTES
Andrés Almada, A. (2013). La niña que caminaba entre aromas. Cuentos de Luz SL.
Cottin, M. (2006). El libro negro de los colores. Libros del Zorro Rojo.
Ministerio de Educación (2020). Todo sobre el Braille en Educación Infantil. Gobierno de España.
Núñez, Á. (2021). ¡Mira! Consejo General ONCE.
Taboada, A. (2006). Sofía, la golondrina. Ediciones SM.
Vaquero Benito, J. L. Aspectos sobre las actividades acuáticas para personas con discapacidad visual.