Cuando los niños nos observan analizar tranquilamente un problema, resolviendo las cosas por medio de la lógica, buscando alternativas, comienzan naturalmente a valorar e imitar este comportamiento. De lo contrario, si nos volvemos irritables, discutimos, o si pretendemos que los problemas se resuelvan por sí solos, ¿qué podemos esperar que aprendan? En el artículo de hoy nos centramos en herramientas para educar a través del ejemplo.
SOCIEDAD CAMBIANTE
Vivimos en una sociedad que se encuentra en continuo movimiento y produce cambios, cambios que afectan considerablemente a los diferentes colectivos que la forman. Entre los colectivos más vulnerables cabe destacar el de los menores: niños/as y adolescentes. Se encuentran en un periodo de transformación y son los que más necesitan de guías educativas adecuadas que les acompañen en su camino evolutivo.
La etapa de la evolución del menor es fundamental para la construcción de su personalidad, por lo que es importante la selección de los modelos, personas a las que seguir e imitar, de las que aprender, de los que se adoptan valores, criterios en torno a los cuales evalúan la conveniencia, o no, de una determinada conducta. En función de estos modelos y valores, el menor orienta sus actividades, aficiones y aspiraciones. Por lo tanto, es imprescindible un buen guía (educadores y padres) que oriente y motive a la hora de decidir cómo desarrollarse como personas en la sociedad actual de forma sana y equilibrada. Los niños se encuentran en construcción y necesitan a los padres como bases sólidas en esa estabilidad emocional para la vida adulta.
El mantra que te traemos en este artículo es:
“CONOCE A TU HIJO Y EDUCA CON EL EJEMPLO”
Para empezar a practicarlo, primero te planteamos la siguiente reflexión:
-Si un niño vive con críticas, aprende a condenar.
-Si un niño vive con hostilidad, aprende la violencia.
-Si un niño vive con el ridículo, aprende a ser tímido.
-Si un niño vive con vergüenza, aprende a sentirse culpable.
-Si un niño vive con palabras de aliento, aprende a tener confianza.
-Si un niño vive con elogios, aprende a apreciar.
-Si un niño vive con equidad, aprende la justicia.
-Si un niño vive con seguridad, aprende a tener fe.
-Si un niño vive con aprobación, aprende a quererse a sí mismo.
-Si un niño vive con aceptación y amistad, aprende a amar al mundo.
Una vez hemos reflexionado, vamos con las herramientas:
LA NEGOCIACIÓN
Como primer punto tenemos la negociación. Esta es primordial para lograr la solución de conflictos. Los estilos de negociación son estrategias con que las personas resuelven o enfrentan sus desacuerdos o conflictos. En la adolescencia temprana es poco probable que las discusiones se resuelvan mediante el compromiso y la negociación, es muy frecuente que el joven abandone la discusión al percibir que sus padres imponen su punto de vista. En la medida en que vayan pasando los años, la sumisión de los hijos disminuirá mientras que aumentarán las habilidades de negociación. Los padres y madres pueden ayudar a sus hijos desde pequeños a resolver sus propios problemas utilizando el método de exploración de alternativas. Lo primero que se debe hacer será identificar cuál es el problema, para después proponer posibles soluciones o alternativas al problema, pensaremos en las posibilidades y limitaciones de cada alternativa. El siguiente paso será elegir una de esas alternativas como solución y pensar cómo se va a poner en práctica la alternativa. Por último, pondremos en práctica la alternativa y fijaremos un momento para revisar si funciona.
LAS TAREAS SON DE TODOS
Como siguiente punto, en las tareas domésticas debemos normalizar la participación de todos los miembros de la casa en las tareas domésticas. Por ejemplo, en la preparación-recogida de la mesa, o la realización de las tareas escolares y repaso. También tener momentos de descanso. Procurar que en el ambiente familiar haya momentos de silencio en el que cada uno esté centrado en su actividad o tarea. Proporcionar un ambiente relajado y tranquilo, sobre todo de cara a irse a dormir, relax, tiempo de lectura o cuentos que eliminen las tensiones. En el tiempo libre, haremos uso de medios audiovisuales de forma didáctica, juegos educativos, en grupo o individuales, puzles, pintar, dibujar, escuchar música, leer, etc.
NUESTRA COMUNICACIÓN
Cuando nos comunicamos con otras personas conviene fijarnos en lo que decimos y en cómo lo decimos para no transmitir mensajes que molesten. En general, las personas damos más importancia a cómo nos dicen las cosas que a lo que realmente nos dicen. Los hijos también. Por eso necesitamos controlar cómo nos comunicamos entre nosotros y con ellos. Los gestos del cuerpo, de la cara, y de las manos, el tono de voz, el volumen, la entonación, las palabras que se utilicen, etc., influyen mucho en lo que las personas –y los hijos– entienden sobre lo que decimos, y en la intención con que creen que decimos las cosas. Esto influye en cómo se sienten y en cómo reaccionan ante nosotros. Para ayudar a los hijos a sentirse bien consigo mismos y con sus padres y madres, podemos utilizar el lenguaje positivo y motivador, utilizando palabras que expresen sentimientos.
Los mensajes-yo nos ayudan a hacer ver a nuestros hijos cómo nos sentimos con su comportamiento y a que entiendan que todos necesitamos ser respetados. Este tipo de mensajes ayudan a las personas a comprenderse unas a otras, y pueden ser útiles para resolver conflictos entre ellas. Cuando los padres y madres utilizan mensajes-yo con sus hijos, éstos aprenden a utilizarlos también a través de la imitación. Por ejemplo: “cuando haces eso, yo me siento…”
En comunicación con los otros, esperamos que nos escuchen y nos entiendan. Cuando nuestros hijos quieren contarnos algo y ven que les escuchamos con interés, sin interrumpirles ni corregirles, y sin hacer otras cosas a la vez, se sienten atendidos y respetados. Cuando los padres y madres escuchan a sus hijos, ellos aprenden a escuchar también a sus padres y madres y a respetar lo que les dicen. Si vemos que las personas nos comprenden y entienden lo que sentimos cuando estamos tensos, solemos relajarnos. Es importante que los padres y madres muestren a sus hijos que entienden cómo se sienten, sobre todo, si están pasando por un momento desagradable o tienen que superar alguna frustración. Para ello podemos utilizar frases como: “Parece que te sientes … porque ….”
Como hemos visto, educar a los hijos es complejo. Por eso, además de dedicación, los padres y madres necesitan también aprender a estar a gusto consigo mismos, a sentirse seguros y confiados en sus propias habilidades. Esto les ayuda a transmitir a sus hijos seguridad y confianza, y a crear una convivencia familiar sosegada, donde se puede fomentar la aceptación y el respeto. Para estar a gusto consigo mismos, los padres y madres deben reconocer sus aspectos positivos, procurando tener cada día algunos momentos de relajación y disfrute personal. En el desarrollo de la autoestima de los niños influye lo que ven y escuchan que se dice sobre ellos, sobre sus capacidades y sobre sus posibilidades de conseguir logros y metas.
Para acabar, recuerda que los hijos son como los barcos, deben salir y vivir sus propias tempestades. Los padres son como puertos: debemos dar la seguridad de tierra firme, para que tomen energía y sigan adelante.
Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto.
Aristóteles
Autora: Belén Aglio, Psicóloga.
FUENTE:
Oliva, A. (2006). Relaciones familiares y desarrollo adolescente. Anuario de Psicología, 209-223
Oliva, D. A. y Parra, J. A. (2004) Contexto familiar y desarrollo psicológico durante la adolescencia. En Arranz, F. E.(Coord.) Familia y Desarrollo Psicológico. (pp. 96-122). España: Pearson.