La empatía: ponerse en los zapatos del otro

Los psicólogos del desarrollo señalan que la recompensa de enseñarles a los niños a mostrar empatía es enorme. Aquellos que tienen fuertes capacidades empáticas tienden a ser menos agresivos y participan en una mayor cantidad de acciones prosociales, tales como ayudar y compartir. En el artículo de hoy, aprenderemos en qué consiste esta habilidad y cómo desarrollarla a través del juego. ¿Te atreves?
La empatía
Los humanos somos seres sociales porque nuestro cerebro se desarrolla en contacto con otros cerebros. El descubrimiento de las neuronas espejo resultó trascendental en este sentido porque estas neuronas motoras permiten explicar cómo se transmitió la cultura a través del aprendizaje por imitación y el desarrollo de la empatía, es decir, qué nos hizo realmente humanos. Se ha demostrado que los bebés con pocos meses de edad ya son capaces de mostrar actitudes altruistas por lo que hemos de evitar en la educación la propagación de conductas egoístas fruto de la competitividad. Las neuronas espejo se disparan de la misma forma cuando realizamos una acción que cuando observamos a alguien realizarla. El hecho de que nuestro cerebro reaccione igual, explica el aprendizaje por imitación y la empatía, ya que vivimos la acción de otro como nuestra y este hecho nos ayuda a comprenderla. Prueba a bostezar frente a alguien y lo comprobarás.
El aprendizaje del comportamiento cooperativo se da conviviendo en una comunidad en la que predomina la comunicación y en la que se puede y se debe actuar. Si queremos que los niños desarrollen la conciencia social, y si queremos evitar comportamientos agresivos, es necesario que trabajen la habilidad de la empatía, es decir, que sepan comprender las emociones que siente el resto. Tras saber identificar sus emociones pueden ser capaces de identificar también las de los demás y ser capaces de comprender lo que puede sentir una persona en una situación concreta.
Implicaciones educativas
A través de los principios fundamentales de la educación infantil como son el juego, la música, el arte, el baile, la psicomotricidad, la literatura, el teatro, la creatividad y el humor entre otras, se logra un aprendizaje real y significativo que, a la vez, permite a docentes y estudiantes disfrutar del proceso de enseñanza-aprendizaje. Uno de sus objetivos es lograr que, durante los talleres y hábitos, todos puedan convivir de una manera natural y divertida, tanto dentro como fuera del aula. 
Actualmente, en las escuelas infantiles se necesita fortalecer a los niños en estas habilidades y valores, la interacción con los otros, el gozo y el afecto para su desarrollo integral. La educación va más allá de la enseñanza de contenidos, especialmente en el nivel preescolar se aprenden las normas de convivencia y la práctica de los valores. La colaboración efectiva en el aula requiere algo más que sentar juntos a unos compañeros de clase. El alumnado ha de adquirir una serie de competencias básicas imprescindibles en la comunicación social como el saber escuchar o respetar la opinión del otro. 
Asimismo, deben tener claro los beneficios de trabajar en grupo y saber cuáles son sus roles dentro de este. La escuela ha de fomentar también la colaboración entre alumnos de distintos niveles y compartir conocimientos (por ejemplo, mediante presentaciones de trabajos de investigación de los alumnos), sin olvidar la realización de actividades interdisciplinares. Y como premisa principal que la escuela ha de abrirse a toda la comunidad.
CUENTACUENTOS
Os proponemos un juego para realizar en el aula o en casa. Para realizar esta actividad necesitamos usar la imaginación, buscaremos un lugar tranquilo, y empezaremos con la siguiente lectura en forma de cuento:

Cierra los ojos, respira profundamente e imagina que abandonas la sala en la que te encuentras. Imagina que caminas por una acera muy larga y llegas ante una vieja casa abandonada. Te acercas a la valla, subes las escaleras de la puerta de entrada. Está abierta, la empujas y se abre, chirriando. Entras con cuidado y ves una habitación oscura y vacía. De repente, notas algo extraño en tu cuerpo, empiezas a tiritar y a temblar. Sientes que te vas haciendo cada vez más pequeña. Ya no llegas ni a la altura del marco de la ventana. Continúas disminuyendo hasta el punto que te das cuenta de que has cambiado de forma. Tu nariz se alarga y tu cuerpo se cubre de vello. En este momento estás a cuatro patas y comprendes que te has convertido en una rata. Eres una rata. Miras a tu alrededor y sientes cómo tu cuerpo ha cambiado. Oyes un ruido y ves moverse la puerta ligeramente. Te asustas porque está entrando una gata. Se mueve despacio, se sienta, se lame sus bigotes y te mira.  Se levanta y te va a comer. Levanta su zarpa. Justo en ese momento tú vas creciendo poco a poco hasta convertirte en gata. Ella va disminuyendo hasta convertirse en rata. Tú eres gata y ella es rata. Te acercas a ella y levantas la zarpa. ¿Qué pasará?  Respiramos despacito sin movernos mucho ni hacer ruido. Poco a poco vamos abriendo los ojos.

Tras este ejercicio en imaginación vamos a reflexionar juntos. Podemos preguntar si alguien quiere decir algo o compartir lo que se ha sentido. Después, podemos profundizar más ¿Cómo te sentías al ser rata? ¿Alguna vez te has sentido débil, impotente o amenazado como una rata? ¿Cómo te has sentido cuando eras gata? ¿Alguna vez te has sentido amenazante como una gata? ¿Qué podría haber hecho la rata? ¿Qué podría haber hecho la gata? Escuchamos y debatimos si somos capaces de entender cómo se siente otra persona. En este punto, podemos sugerir algunos temas: La importancia de conocer todos los puntos de vista. Cómo cambia nuestra visión según el personaje que seamos, la diferente visión según se esté en un nivel de poder u otro. Incluso, para niños más mayores podemos incluir la violencia como productora de ganas de vengarse. 
En este artículo, hemos activado nuestras neuronas espejo siendo capaces de ponernos en los zapatos del otro. La empatía es un elemento clave dentro de la inteligencia emocional. Por tanto, ser empático significa ser consciente y considerado con los sentimientos de los demás. Gracias a esta habilidad, podemos entender mejor por qué los demás actúan de cierta manera y si necesitan nuestra ayuda. La auténtica finalidad de las neuronas espejo y la empatía es: favorecer nuestra sociabilidad, nuestra subsistencia y nuestra conexión con el entorno.
Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto.
Aristóteles

Autora: Belén Aglio, Psicóloga.

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