La sensibilidad medioambiental en la primera infancia

La sensibilidad medioambiental se manifiesta en la primera infancia. Luego, con los años, esta empatía hacia nuestro alrededor va disminuyendo. Por ello, educar en valores medioambientales es esencial para garantizar el futuro de la Tierra. El planeta nos está mandando señales que hay que saber identificar y actuar.

En el post de hoy, vamos a ver cómo se desarrolla esta sensibilidad medioambiental, y cómo podemos aportar nuestro granito de arena como familias y acompañantes de la infancia en este tema.

¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO?

Algunos conceptos…
Antes de todo, vamos a ver, de manera breve y sencilla, qué significan algunos conceptos relacionados con el tema para evitar posibles confusiones.

  • Medioambiente. Es el entorno o espacio en el que se encuentran elementos físicos, biológicos y químicos y dónde se desarrollan e interactúan diferentes organismos. Podemos distinguir entre natural (clima, fauna, flora, etc.) y el cultural (todo aquello que han fabricado las personas).
  • Ecología. La RAE define la ecología cómo la “ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio, y las relaciones que mantienen entre sí y con su propio medio.”
  • Sostenibilidad ambiental. La sostenibilidad ambiental es el desarrollo que garantiza satisfacer las necesidades del presente sin comprometer a las generaciones futuras. Por lo tanto, es una gestión eficiente de los recursos naturales.
  • Reciclar. El reciclaje es un proceso en el que se recogen y transforman o se aprovechan materiales con la finalidad de convertirlos en nuevos productos y evitar, así, ser desechados. 

Ahora que ya sabemos un poco sobre estos cuatro conceptos, vamos a ver qué es la sensibilidad medioambiental.

Nos referimos a sensibilidad medioambiental cuando hablamos de la conciencia desarrollada que nos lleva a proteger el medioambiente. Baéz (2016) añade que ésta “muestra cómo los problemas del medio conciernen a la persona en calidad de interés, afectación, preocupación o receptividad hacia las problemáticas medioambientales.”

Sensibilidad medioambiental e infancia

En el estudio titulado “Environmental judgment in early childhood and its relationship with the understanding of the concept of living beings” de Villarroel (2013), el investigador afirma que los infantes son capaces de desarrollar la sensibilidad medioambiental desde edades bien tempranas, y esto se produce incluso antes de que un niño o niña sepa distinguir entre los seres vivos y los que no. 

Villarroel estudió el comportamiento de 118 niños y niñas, de entre 4 y 7 años, de tres colegios diferentes. Para ello entrevistó a los infantes. En la primera parte, el investigador enseñó 8 imágenes de las cuáles 4 eran de seres vivos (árbol, flor, pájaro y perro) y 4 de entes inanimados (coche, moto, nubes y sol), y los infantes debían clasificarlas entre esas dos opciones. En la segunda parte de la entrevista, Villarroel exponía a los infantes un seguido de comportamientos inadecuados (sacados de libros infantiles) que se clasificaban en tres grupos: los que influyen de manera negativa en el bienestar de la otra persona (quitar bienes y ejercer violencia); los que no siguen normas sociales (sacarse mocos con los dedos o comer de manera descuidada); y los que perjudican a las plantas (pisar una flor, o grabar dibujos con una navaja en el árbol). Además, el investigador enfrentó a los infantes ante un dilema, en el que debían elegir de dos situaciones malas, la peor. 

Las conclusiones que sacó Villarroel de su estudio muestran cómo los infantes han desarrollado la sensibilidad medioambiental incluso antes de distinguir entre ser vivo o ente inanimado. El investigador explica que en la primera parte de la entrevista, los infantes no eran capaces de distinguir bien las dos opciones y asociaban el hecho de estar vivo con el movimiento (por ello, algunos y algunas creían que un árbol era un ente inanimado mientras que una moto era un ser vivo). En la segunda parte, romper las normas sociales no les parecía tan grave como dañar a otras personas u otros seres vivos.

Así pues, Villarroel a partir de las conclusiones de su estudio señaló que a pesar de no saber con exactitud si un árbol o una flor son seres vivos, a la mayoría de infantes les parece menos perjudicial transgredir las normas que dañar y ejercer violencia sobre su entorno. El investigador relaciona estos hechos con la idea de que la sensibilidad se desarrolla en edades más tempranas, y que tiene que ver con el mundo afectivo inconsciente y las emociones, y no tanto con la elaboración del consciente y la lógica. 

¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE?

Nuestra casa compartida
La Tierra es el hogar que comparte todo el mundo. Es la macro-casa dónde vivimos, dónde vivieron las personas que nos precedieron y dónde vivirán aquellas que están por llegar. Por lo tanto, tenemos una responsabilidad conjunta de cuidar y reparar nuestro entorno con el objetivo de conseguir vivir en armonía, pero sin comprometer los recursos y la viabilidad de las futuras generaciones.

Deforestaciones, olas de calor, animales extinguidos o en peligro de extinción, sequías, inundaciones… Estas son algunas de las consecuencias que podemos ver (y sufrir) en nuestro planeta si no lo cuidamos. Por ello, organizaciones como la ONU hacen diversos estudios para analizar la situación actual y poder establecer vías de trabajo. 

La voz infantil
Los infantes tienen mucho qué decir en todo esto, ya que, entre otros motivos, serán quiénes vean y vivan el futuro del Planeta.

En 2015, Engdahl publicó el resultado de los proyectos de investigación sobre sostenibilidad que se hicieron en el marco de la Organización Mundial de Educación Preescolar entre el 2009 y el 2014. En los proyectos participaron más de 44.000 infantes de entre 0 a 8 años y llegaron a la conclusión que la población infantil tiene un conocimiento significativo sobre la Tierra e ideas muy interesantes sobre temas ambientales. Además, mostraron un alto grado de responsabilidad que como personas tienen respecto a la sostenibilidad. 

Por lo tanto, señalamos la importancia de escuchar a nuestra infancia, tenerles en cuenta a la hora de tomar decisiones que les repercuta e involucrarlos en la sostenibilidad desde una actitud de oportunidad y no de responsabilidad. Los niños y niñas no son responsables de las decisiones tomadas en el pasado que han repercutido en el presente y en su futuro, y no hay que caer en discursos catastróficos para motivarlos a participar en el cambio. 

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Educar en la sensibilidad ambiental es favorecer al crecimiento saludable y sostenible de todos los infantes del mundo. Como hemos dicho, no hay que caer en argumentos catastróficos para incentivarlos en el cambio, sino que hay que aprovechar el interés y la curiosidad que tanto les define en la infancia para crear pequeños hábitos que puedan sostener en un futuro. 

A continuación os dejamos pequeñas acciones que podemos hacer desde casa:

  • Actividades al aire libre. Es súper importante que la infancia esté conectada con su entorno y pueda gozar de tiempo de calidad en espacios verdes, ya sean bosques, campos, parques…
  • Alimentación. Una alimentación variada y de proximidad es beneficiosa para la Tierra. Además, podemos involucrar a nuestros infantes llevándolos al mercado, haciendo un pequeño huerto en casa, dejándoles participar en la cocina (siempre con seguridad y bajo supervisión), etc.
  • Referentes. Para formar parte del cambio, es muy positivo que los infantes vean referentes de su grupo etario, dónde puedan reflejarse y vean a personas implicadas que están consiguiendo cambios gracias a sus actos. Investiga sobre Ayakha Melithafa, Elizabeth Wathuti, Laura Zúñiga Cáceres, Licypriya Kangujam, entre muchas otras peques.
  • Educar desde la oportunidad de cambio. Heike Freire refuerza este argumento en el programa “La Educación Importa”, y dice que hay que alejarse de la pedagogía centrada en el miedo o la culpa, y abrazar la pedagogía ambiental positiva, que favorece el amor por la vida. Es decir, hay que cuidar el mensaje y las imágenes que enseñamos a nuestros infantes, puesto que no sirve de nada alejar a los peques de la naturaleza y que vean imágenes de la destrucción del Amazonas.
  • Leer. La lectura es una herramienta muy útil para educar en valores. Con ella, podemos conocer infinidad de historias diversas e interesantes. Recomendamos, por ejemplo, “Salvaje” de Emily Hughes; “Wangari y los árboles de la paz” de Jeanette Winter, o “Cuentos para salvar el planeta” de Paolo Ferri, Anna Casals y Cris Ramos; entre muchas otras opciones.

¿Qué otras actividades se te ocurren? ¡Seguro que son interesantísimas!

Y recuerda, no hay un Planeta B pero sí que hay muchas oportunidades para cuidar al Planeta A. 

 

Autora: Laia Ruiz. Educadora Social. 

 

 

FUENTES

Báez, J. E. (2016). La conciencia ambiental en España a principios del siglo XXI y el impacto de la crisis económica sobre la misma. Papers, 101(3), 363-388. 

Engdahl, I. (2015). Early Childhood for Sustainability: The OMEP World Project. International Journal of Early Childhood, 47, (3), 347-366 

La educación importa para salvar el planeta. (2021, 3 junio). [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=SrSKHcvH2NA 

Real Academia Española (2021). Ecología. Consultado en: https://dle.rae.es/ecolog%C3%ADa 

Villarroel, J.D. (2013). Environmental judgment in early childhood and its relationship with the understanding of the concept of living beings. SpringerPlus 2, 87.