¡Mamá, papá tengo un amigo imaginario!

Alrededor de los dos años, aparece una etapa del desarrollo, de la que ya hemos hablado en post anteriores, que se denomina “juego simbólico”. Esta etapa viene marcada por la representación y el simbolismo, los más pequeños comienzan a fantasear e imaginar cosas, se inicia a partir de los 2 años y finaliza hacia los 7 años. En este periodo puede aparecer la figura del amigo imaginario que forma parte del desarrollo normal de la fantasía y la imaginación infantil.

En psicología, la especialista Margaret Svendsen define al amigo imaginario como un personaje invisible, nombrado y referido en conversaciones con otras personas, con el que juega directamente o, al menos, durante algunos meses. Tiene un aire de realidad para el niño, pero no tiene aparentemente ninguna base objetiva. Es creado y controlado por nuestro hijo. No tiene nada que ver con posibles alucinaciones intrusivas. Se trata de un “Yo complementario” que forma parte del mundo imaginario y privado en el que se reflejan. Aparece en una etapa del desarrollo específica y pertenecen a la imaginación infantil cumpliendo funciones importantes que iremos viendo.

 ¿Cuándo aparece?

La aparición del amigo imaginario, si bien se puede producir dentro de cualquier etapa evolutiva, es más frecuente entre los dos y los tres años de edad. La tendencia a tener estos amigos tiende a desaparecer hacia los 7 años, pero puede durar hasta los 13 años de edad. Se han realizado estudios con adolescentes que recuerdan a sus amigos imaginarios.

 ¿Por qué los niños crean a estos personajes?

Desde la perspectiva del desarrollo infantil, especialmente del desarrollo cognitivo, se ha relacionado con variables propias del desarrollo, pero también, con otras habilidades como la inteligencia emocional. Se sabe que, aunque los niños interactúan con figuras invisibles a los ojos de los demás, ellos comprenden que estos personajes están en el plano de la fantasía y no de la realidad.

Autores reconocidos como Harris, entienden la creación del amigo imaginario, con un proceso de simulación donde los niños deben asumir el rol de un personaje, que en este caso es invisible. La simulación y el juego simulado, ha sido un elemento fundamental que se ha asociado con la comprensión de la mente y las emociones de los otros. Tener la capacidad de comprender las emociones y las creencias de los otros es un requisito fundamental para llegar a tener un muy buen nivel de adaptación social.

La presencia de su amigo imaginario puede ser de diferente naturaleza, desde ser completamente invisible e idealizado como sus héroes preferidos, hadas o duendes que aparecen en sus cuentos y relatos, hasta un amiguito invisible, o bien, puede estar identificado con algún objeto, como sería un peluche o muñeco.

 ¿Para qué sirve el amigo imaginario?

Los estudios explican que se ha encontrado una estrecha asociación entre la existencia de estos personajes y la capacidad de los niños para comprender las emociones y la mente de los otros. Aprende a comprender al otro y a ser empático.

Favorece a su madurez y autonomía, ya que, en ocasiones, el niño quiere compensar y crea personajes fuertes y protectores para compensar su personalidad débil y temerosa.

Fomenta las habilidades sociales, son más capaces de establecer juegos simulados, utilizar objetos animados en sus juegos y personificar a otros a través de roles, lo que les facilita el establecimiento de relaciones con iguales.

Mejora la adaptación al entorno, practicando situaciones reales de interacción con los demás, desarrollando sus capacidades lingüísticas y mejorando su tolerancia a la soledad.

Supone un apoyo cuando necesita consuelo, ya que es su escudo de protección.

Se ha asociado a niños que tienen una mayor sensibilidad y que están más en contacto con la imaginación y la fantasía y en general, ayuda a desarrollarse como persona a nivel personal y social.

 ¿Cómo actuar como padres?

En ocasiones, la reacción de los padres suele ser de preocupación o sorpresa, pero no hay que alarmarse mientras el niño continúe con sus actividades normales y mantenga amistades reales con otros niños. Pensar que es un hecho normal y habitual en la infancia, nos acercará a interesarnos por lo que nos cuente sobre su amigo imaginario, acompañando a los niños en este proceso y que no lo vean o sientan como algo malo.

Este amigo imaginario puede tomar la forma de una persona, animal o personaje, nos puede dar muchas pistas sobre lo que le gusta o no le agrada a nuestro hijo. Puede que deposite en estos amigos imaginarios sus deseos o frustraciones, por tanto, nos dará́ pistas sobre lo que nuestro hijo necesita. Será útil, escuchar con atención sin regañarle, juzgarle, cuestionarle o avergonzarle y facilitar el acercamiento con otros niños para que pueda interactuar, sin forzarle.

 ¿Cuándo preocuparse?

Un amigo imaginario se puede volver una preocupación cuando el niño se obsesiona con él, si interfiere de manera negativa en su vida, lo limita a seguir su vida cotidiana, si se aísla o prefiere pasar más tiempo con su amigo imaginario que con el resto. También si lo utiliza como excusa de sus malas conductas o lo mantiene hasta la adolescencia de manera tal que no le permita realizar ninguna otra actividad, se retrase con sus tareas, no quiera salir de la habitación, cambie su temperamento, etc. En esos casos, es recomendable consultar al profesional de la psicología.

Bibliografía

  • Carlson S. and Taylor M. (2004) Pretend friends: real benefits.
  • Fuentes Báez, L. D. (2015). El amigo imaginario.
  • Harris, P. (2000). The work of imagination Great Britain: Blackwell Publishers.

 

Autora: Belén Aglio, Psicóloga.