La infancia y la adolescencia son etapas determinantes en la adquisición de habilidades propias del ser humano. El desarrollo cerebral comienza en los periodos prenatales y continúa su formación tiempo después del nacimiento. Nuestro cerebro, al nacer inmaduro, presenta un gran potencial de formación que dependerá de la estimulación que el ambiente proporcione. Esta particularidad permite que un desarrollo físico, psicológico y social adecuado dependa de una compleja interacción entre factores ambientales y genéticos. Un buen desarrollo de este órgano, en sus primeros años, acompaña y responde a la complejidad de los comportamientos que las personas han de establecer en un medio social y humano cada vez más complejo.
LAS FUNCIONES EJECUTIVAS
Como parte importante del neurodesarrollo, se encuentran las funciones ejecutivas (FF.EE), que son un conjunto de habilidades implicadas en la generación, la supervisión, la regulación, la ejecución y el reajuste de conductas adecuadas para alcanzar objetivos complejos, especialmente aquellos que requieren un abordaje novedoso y creativo.
Los científicos, han constatado que los primeros cinco años de vida son críticos en el desarrollo de estas funciones.
El objetivo principal de las FF.EE es facilitar la adaptación del individuo a situaciones nuevas y complejas yendo más allá de conductas habituales y automáticas. Permiten proyectar pensamientos y emociones desde el pasado hacia el futuro con objeto de encontrar la mejor solución a situaciones novedosas y complejas.
Muchas habilidades han sido incluidas dentro de las llamadas funciones ejecutivas tales como la capacidad para establecer metas, el desarrollo de planes de acción, la flexibilidad de pensamiento, la inhibición de respuestas automáticas, la autorregulación del comportamiento, y la fluidez verbal.
Si bien las funciones ejecutivas tienen su máximo desarrollo entre los 12 y 18 años de edad, donde su funcionamiento se equipará al de un adulto, las mismas se sustentan en una serie de habilidades básicas que ya están presentes, desde los primeros años de vida y comprenden tres habilidades fundamentales:
1) Autocontrol: Se define como la habilidad de resistir a una fuerte inclinación de hacer una conducta habitual o de satisfacción inmediata por otra necesaria o más apropiada. Es una medida control sobre nuestra atención y nuestras acciones, en consecuencia, ayuda a facilitar el cambio y la disciplina.
2) Memoria de trabajo: Es la capacidad para mantener información en la mente con el objetivo de completar una tarea, registrar y almacenar información o generar nuevas ideas. Permite mantener la atención centrada en contenidos mentales específicos mientras se trabaja con ellos. La memoria de trabajo es esencial para llevar a cabo actividades múltiples o simultáneas, como por ejemplo cálculos aritméticos, lectura o seguir instrucciones complejas. La memoria de trabajo es un componente fundamental para la habilidad de ver conexiones entre elementos que parecen inconexos y, por tanto, para la creatividad ya que la esencia de la misma es ser capaz de separar y recombinar elementos con distintas formas.
3) Flexibilidad cognitiva: Es la habilidad para ajustarse ágilmente a aquello que se no pide, siendo capaz de cambiar de perspectiva o de centro de atención de manera fácil, rápida y diferente. Es fundamental para la solución creativa de problemas: ¿Cuáles son las otras maneras de poder reaccionar cuando algo sucede?, ¿Cuáles son las otras formas de ver un problema o tratar de superarlo? La flexibilidad cognitiva se basa en la inhibición y en la memoria de trabajo, pero concede un elemento adicional que es la autorregulación emocional. Adicionalmente, la autorregulación promueve emociones saludables o de ayuda, así como implica controlar las emociones disruptivas.
Las investigaciones afirman que si se toma como referencia la escuela, se observa que las FF.EE se encuentran presentes en el desempeño de un número importante de habilidades y tareas relacionadas con la enseñanza y aprendizaje. Por ejemplo, se ha planteado que el éxito académico del alumnado depende de sus habilidades para planificar y priorizar el tiempo, para organizar los materiales y la información disponible, para separar las ideas fundamentales de las que no lo son, para cambiar de rumbo de forma flexible en una actividad cuando sea requerido, controlar el desarrollo de las actividades y reflexionar sobre el trabajo realizado.
Se ha planteado que las FF.EE predicen mejor el desempeño académico en la escuela que la misma capacidad intelectual. Además, reducen la aparición de problemas de comportamiento. Por tanto, se hace necesario prestarles atención en la educación preescolar, además de a la lectura y las matemáticas.
Autores como Diamond, opinan que la alteración de estas funciones supone un gran obstáculo en el seguimiento del ritmo escolar y en la capacidad de adquisición de nuevos repertorios de la conducta. No sólo muchos niños comienzan ya la escuela con deficiencias en las destrezas de las FF.EE necesarias, sino también la investigación ha mostrado que los niños/as de preescolar que están “en riesgo” debido a desventajas económicas tienen bajas FF.EE en relación con otras funciones cognitivas y en relación con niños de hogares de clase media. Son niños que se retrasan progresivamente más en cuanto a logros académicos a lo largo de los años escolares.
En el ámbito escolar, un déficit de FF.EE conduce a dificultades de atención en clase, no terminar las tareas, no inhibir comportamientos impulsivos, desmotivación por el aprendizaje y dificultad para cumplir con las exigencias escolares. Esta dinámica reproduce un circuito donde los profesores terminan esperando autorregulación y trabajo deficiente y los niños terminan siendo estudiantes con deficiencias. Por consiguiente, mejorar las FF.EE es particularmente urgente para niños/as en riesgo. El entrenamiento temprano focalizado en la mejora de estas habilidades es fundamental para potenciar el desempeño escolar y reducir las desigualdades sociales.
Por tanto, las escuelas, sobre todo infantiles y primaria, que tengan este tipo de intervenciones propuestas, favorecerán el desarrollo de las habilidades de funcionamiento ejecutivo en los niños, con conductas y capacidades tales como: poder controlar impulsos, inhibir respuestas irrelevantes, mantener la atención, realizar búsquedas de forma ordenada, beneficiarse de la flexibilidad del pensamiento, realización de planes, entre otras. En esta línea de trabajo, es importante conseguir que los niños se sientan realmente entusiasmados por lo que aprenden. Porque esa es la base para crear no solo personas cultas, sino también libres y honestas.
Autora: Belén Aglio, Psicóloga.
Fuente:
Aglio-Ramírez, B., Hidalgo-Ruzzante, N., Fernández-Alcántara, M., Pérez-García, M. y Cruz-quintana, F. Impacto del Programa de Estimulación para el Desarrollo de las Funciones Ejecutivas (PEFEN) en la madurez Neuropsicológica de Niños y Niñas en Edad Preescolar. Comunicación Oral presentada al I Congreso Internacional y VI Encuentros Hispano-Cubanos en Ciencias de la Salud. Granada 9 y 10 de Marzo de 2016.
