PAUTAS Y ESTILOS EDUCATIVOS PATERNOS Y MATERNOS

Las pautas y estilos educativos son los medios de que dispone la familia para, a través de la práctica educativa, lograr los fines de la educación familiar. En el artículo de hoy hacemos un repaso por los principales estilos con la intención de reflexionar como padres y madres; cuestionarnos acerca de nuestras actitudes y conductas educativas para descubrir nuevas pautas de conducta educativa que promuevan una autoestima positiva en nuestros hijos e hijas.

Pautas educativas

La educación familiar, además de garantizar los cuidados necesarios para la salud física, debe ofrecer unas pautas educativas que permitan adquirir una madurez psicológica, emocional y personal evitando impulsividades, egocentrismos (interés en sí mismo), facilitando la reflexión y valoración de las situaciones en las que se debe vivir, haciendo posible la comprensión del mundo, de los demás y de las normas sociales, así como del papel personal que se debe desempeñar.

Algunas de las pautas educativas que la familia debe transmitir son: el respeto por las personas, el entorno en el que vive y sus objetos, el diálogo como elemento básico de relación, la autonomía personal que haga posible la solución de determinadas situaciones, hábitos de reflexión que lleve a analizar, valorar y aceptar voluntariamente las normas reconocidas como positivas para todos, compartir con los demás sus cosas y su tiempo o la comprensión del punto de vista del otro y de los procesos de la vida, entre otros.

Principales estilos educativos

Podemos diferenciar entre:

– Estilo Autoritario-Recíproco: en él los padres y madres ejercen un control firme, consistente y razonado. Los padres establecen claramente el principio de la “reciprocidad”. Así, parten de la aceptación de los derechos y deberes de los hijos, pero exigen a la vez que los hijos respeten también los deberes y derechos de los padres. Las relaciones padres-hijos son, sobre todo al principio, necesariamente asimétricas. Los padres ejercen consciente y responsablemente la autoridad y el liderazgo que les corresponde como padres y como adultos. Sin embargo, debido a la coherencia de sus directrices, los hijos no sienten el control paterno como rígido y se atienen a las normas paternas voluntariamente. El estilo educativo “se centra en los hijos”. La “implicación afectiva” de los padres se expresa en la disposición y prontitud de los padres a responder a las necesidades de los hijos.

Se manifiesta, también, en el interés de los padres por mantener el calor afectivo en sus relaciones con los hijos. Esta “reciprocidad”, además, se ejercita especialmente en la comunicación frecuente, una comunicación que es bidireccional y abierta. Se promueve gradualmente la autonomía personal de los niños. Los padres se caracterizan no sólo por su firmeza en hacer cumplir las normas, sino también por sus progresivas llamadas a la madurez psíquica de los hijos.

-Estilo Autoritario-Represivo: El control paterno se convierte en rígido al combinarse con falta de reciprocidad y de diálogo. El control es además minucioso y excesivo, no dejando espacio a la libertad personal. Las normas tienen la forma de edictos o mandatos. Aparece una acentuación exagerada de la autoridad paterna y se inhibe en los hijos cualquier intento de

ponerla en cuestión. Los padres recurren menos a las alabanzas y más a los castigos, incluidos los físicos, que en otros estilos. Ni los castigos ni los mandatos son generalmente razonados.

Los padres se caracterizan por una “no disposición a la respuesta”. De este modo, los padres definen las necesidades de los hijos, pero sin la intervención de éstos. La comunicación es unidireccional y cerrada. La implicación en las necesidades de los hijos es intensa, pero se percibe por parte de los hijos como intrusismo. El estilo autoritario establece una estructura rígida que impide al niño el aprender a regularse a sí mismo, y potencia las dificultades para controlar su rabia. El estilo educativo “se centra en los padres” por la exclusión del punto de vista de los niños.

-Estilo Permisivo-Indulgente: Los padres no resaltan la autoridad paterna. No establecen normas precisas ni en la distribución de tareas ni en los horarios dentro del hogar (hora de llegar a casa, de las comidas, de acostarse, tiempo y programas de televisión de se ven, etc.). En este estilo, los padres acceden fácilmente a los deseos de los hijos. Son tolerantes en cuanto a la expresión de impulsos, incluidos los de ira y agresividad oral; los padres van cediendo poco a poco ante la presión de los hijos. Suelen usar menos castigos que las familias autoritarias. El control laxo no excluye su implicación y compromiso como tales. Les preocupa la formación de los hijos, a su vez, atienden y responden a sus necesidades, pero son los hijos los que acaban dominando las situaciones.

-Estilo Permisivo-Negligente: Los padres se caracterizan por la no-implicación afectiva en los asuntos de los hijos y en el desentendimiento educativo. Normalmente los padres están absorbidos por otros compromisos y reducen la responsabilidad paterna a sus mínimos. Dejan que los hijos hagan lo que quieran, con tal de que no les compliquen la existencia. Si sus medios se lo permiten tranquilizan su conciencia con mimos materiales (en ocasiones, es el padre el que trata de conseguir el afecto a través de “compras” y regalos).

Los expertos han demostrado que, si se prestan atenciones y cuidados a los niños en edad preescolar y se exigen ciertos niveles de control, se fomenta en los niños madurez y competencia. Esto no se consigue si se utiliza una disciplina autoritaria, severidad en los castigos, abundantes restricciones o sobreprotección.

Asimismo, para evitar la agresividad en los niños, es importante que éstos aprendan a expresar sus emociones, tanto positivas como negativas, de una manera adecuada. Una vez más, los padres son el modelo que siguen los niños para regular sus conductas. El mensaje que se da a los niños sobre cómo deben comportarse debe ser coherente con lo que el niño vive día a día en casa. Para ello, es necesario que el padre y la madre se pongan de acuerdo a la hora de establecer límites y tomar decisiones. Hay que crear un clima familiar basado en el afecto, el cuidado y la consistencia de las normas.

Como conclusión, cabe destacar la importancia de implicar a la familia como agente activo en el proceso educativo de sus hijos, reconocer la importancia de la responsabilidad parental y la necesidad de que se tengan suficientes herramientas para cumplir sus responsabilidades en la educación de su hijos e hijas. Todo ello ayudará a mejorar la calidad y las condiciones de la parentalidad y contribuirá en la formación de una autoestima positiva que promueva la salud y proteja de la disfuncionalidad, emergiendo como un importante factor de resiliencia.

¿Conocíais estas pautas? ¿Qué pensáis sobre ellas? ¿Las utilizáis en vuestra práctica diaria?

 

Bibliografía

– Bornstein, Lea, Bornstein, Marc H. (2010). Estilos Parentales y el Desarrollo Social del Niño. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia. Centre of Excellence for Early Childhood Development.

– Fuentes, M. C., García, F., Gracia, E., & Alarcón, A. (2015). Los estilos parentales de socialización y el ajuste psicológico. Un estudio con adolescentes españoles. Revista de psicodidáctica, 20(1), 117-138.

-Jiménez, M. (2010). Estilos educativos parentales. http://www.juntadeandalucia.es