¡Qué difícil es educar y mantener la calma en todo momento! Las prisas, las expectativas, la paciencia… muchas veces nos hacen olvidar a quién tenemos delante y a quién estamos educando. En este artículo os hablaremos de la Disciplina Positiva, una manera de educar basada en la amabilidad y la firmeza.
Un poquito de historia…
La Disciplina Positiva surge gracias a Jane Nelsen y Lynn Lott, cuando en 1988 escriben el manual “Disciplina Positiva. Cómo educar con firmeza y cariño”. Las autoras, que eran psicólogas y educadoras, investigaron y adaptaron la metodología que Alfred Adler y su discípulo, Rudolf Dreikurs, promovieron durante la primera mitad del siglo XX.
Adler, médico y psicoterapeuta, se caracterizó por tener unas ideas muy progresistas para su época y defendía la igualdad entre personas, sin importar la etnia, el género, la edad, etc. Además, creía que la educación era una colaboración entre familias y profesionales de la educación, por eso en la década de 1920 inició una serie de talleres en Viena para estos dos públicos en los que quería mejorar la sociedad a través de la educación de los niños y niñas. Así, familias y profesionales de la educación se convirtieron en agentes activos para poder transformar la educación, y empezar a educar con otra perspectiva: desde la amabilidad y el respeto. Por otra parte, Adler creía que la manera más eficaz de cambiar o corregir el comportamiento de un niño o una niña era buscar aquellas motivaciones internas que les incentiva a llevar a cabo la acción: llegar hacia el sentimiento motor de la conducta.
En 1937, Adler fallece y su discípulo Dreikurs sigue desarrollando y difundiendo la psicología adleriana. El Dr. Dreikurs llevará las ideas de Viena a Estados Unidos, para continuar allí la investigación sobre una crianza basada en el respeto mutuo.
¿Qué es la Disciplina Positiva?
La Disciplina Positiva es una corriente educativa que propone una serie de acciones pedagógicas, no punitivistas, para enseñar a peques y adultos a ser personas responsables y respetuosas, dentro de entornos de bienestar y conexión que fomentan las habilidades socioemocionales.
Siguiendo la psicología adleriana, Jane y Lott difunden que la clave de la educación no reside en los castigos, sino en el respeto entre personas. Por ello, la Disciplina Positiva tratará de establecer vínculos entre la persona que educa y la que está siendo educada para descubrir qué es lo que le motiva de manera intrínseca, cómo se siente a nivel emocional, y de qué manera es capaz de compartirlo con su alrededor, el mundo exterior.
Así, la persona que educa hará un esfuerzo para conectar con su peque y ver qué hay detrás de un comportamiento; ya que quizás para la persona adulta es lógico que el niño o la niña forma parte de un grupo, que tiene una conexión, que es querido y valorado, pero el peque puede tener una creencia muy distinta que provoca que actúe de esta manera.
Los principios
Son cinco los principios fundamentales que dan sentido a la Disciplina Positiva:
- Sentido de pertenencia. La infancia, igual que la adultez, necesita conexión.
Los peques necesitan saber que pertenecen a un lugar, que son vistos, que hay alguien pendiente de su cuidado. Necesitan sentirse queridos y protegidos para sobrevivir. Cómo sabemos, una de las necesidades psicológicas más importantes de la infancia es sentirse aceptado y querido en un grupo (que normalmente es la familia o la escuela).
Decíamos anteriormente que a pesar de que las personas adultas damos por hecho que el niño o la niña forma parte de un grupo, su propia creencia puede no ser acorde a esta y si ante una actitud disruptiva ejercemos violencia (gritamos, castigamos, pegamos…) quitamos valor al peque y reforzamos su creencia de no sentirse parte del clan. En cambio, si en lugar de esa desvalorización del nene o la nena le ofrecemos alternativas a su distorsión y le hacemos ver que la persona adulta le quiere y protege, hará que se sienta segura y empezará el camino del cambio.
Por otro lado, Marisa Moya, psicóloga, educadora y referente de la Disciplina Positiva en España, remarca que el hecho de valorizar a un peque, no es sinónimo de caer en la permisividad, puesto que el límite hacia su conducta sigue puesto, pero se ejerce desde la amabilidad y la firmeza.
- Relaciones de respeto mutuo. Tanto el peque como la persona adulta deben respetarse en estas situaciones, pero para ello, hay que ser ejemplo y aprender a hacerlo.
La Disciplina Positiva apuesta por una relación amable, pero firme a su vez. Ya que en el momento en que ejercemos violencia hacia el peque (como por ejemplo, con un castigo) le enseñamos que hay personas más importantes que otras y que la violencia prioriza a la razón y la comprensión a la hora de conseguir algo. Por lo tanto, se perpetúan sus conductas disruptivas.
- Amabilidad y firmeza a la vez. Tenemos que lograr que el peque confíe en sus propias destrezas y gane autocontrol.
La disciplina se caracteriza por la constancia y la superación, por lo que no podemos esperar que nuestro peque cambie de repente, a la primera. El niño o la niña tiene que ser capaz de confiar en ti como figura educadora, pero también en sus propias capacidades; de esta manera también se irá autocontrolando. La paciencia, la amabilidad, el cariño y el respeto son características de la Disciplina Positiva, y ejercitándolas como figuras educadoras repercutiremos en que nuestros peques aprendan mejor y más rápido tanto a seguir las normas, como a quererse, valorarse y confiar en ellos mismos.
- Desarrollar sus propias capacidades. Parece de sentido común, pero solo será posible dentro de un entorno en el que nuestros niños y niñas se sientan con seguridad.
La Disciplina Positiva permite al peque a desarrollar sus habilidades en un entorno seguro, dónde sabe que ante la equivocación no hay un castigo o un grito, sino un acompañamiento de su figura referente, y una guía sin menosprecios ni juicios.
De la manera en la que la mayoría de personas adultas hemos sido educadas, es frecuente que veamos antes la conducta, aquello qué ha hecho, que aquello que lo ha provocado. Por eso es importante conseguir ver aquella motivación intrínseca que ha provocado la acción de nuestro peque, el motor de la conducta, el sentimiento movilizador. Así, en un entorno en el que se buscan alternativas y no culpables, nuestro peque podrá crecer y hacer crecer su mundo interior con estabilidad.
- Una mirada al futuro. La Disciplina Positiva es una educación a largo plazo, los cambios pueden tardar en verse, pero les ayudará en su futuro.
Está demostrado que en la mayoría de los casos, la violencia produce violencia. Es decir, si un niño o una niña recibe violencia, seguramente en su adultez se comunicará con la infancia de esta misma manera. Cuándo castigamos o premiamos conductas, enfocamos nuestra esperanza de cambio en estas motivaciones extrínsecas, por lo que el niño o la niña hará “lo correcto” para conseguir algún regalo, algún afecto o para evitar ser violentado, por lo que el efecto será a corto plazo.
En la Disciplina Positiva, como hemos dicho, el cambio de conducta se centra en buscar la motivación intrínseca del peque y se quiere transformar desde el respeto, la disciplina y el afecto; principios más eficaces para fomentar un aprendizaje y un respeto hacia las normas y el entorno, pero también para crecer como personas, sentirse valoradas, tener confianza y seguridad y proyectar todo esto a su alrededor.
Y para acabar…
Algo que se trabaja en la Disciplina Positiva es la introspección a nuestro “yo educador”, es decir, miramos de qué manera educamos, cómo nos gustaría educar y valoramos nuestras fortalezas y nuestros puntos a mejorar, trazando un plan para conseguir nuestra meta.
Como personas adultas, somos referentes para los niños y niñas, por lo que ellos y ellas imitarán nuestras maneras de hacer. ¿Cuántas veces le hemos dicho gritando que no grite? ¿Cómo le enseño a respetarse y a respetar a las demás personas si yo me dirijo a él o a ella sin respeto? Somos un espejo para nuestros peques, y debemos entrenar nuestras emociones.
Por otro lado, hay que tener presente que cada niño y cada niña es diferente y que no tienen las mismas necesidades. No hay una fórmula mágica para educar: cada peque requiere atención individualizada para que podamos conocer sus necesidades y trabajar acorde a ellas.
Acabamos con una frase de Rudolph Dreikurs que nos parece ideal: “No podemos proteger a nuestros niños de la vida. Por lo tanto, es esencial prepararlos para ella.”
Autora: Laia Ruiz. Educadora Social.
FUENTES
Disciplina Positiva: educar con amabilidad y firmeza. Marisa Moya, maestra y psicóloga. Aprendemos juntos. Youtube.
AeioTU. (2015). Disciplina Positiva en la experiencia educativa aeioTU. Fundación Carulla.
Nelsen, J. et al. (2016). Disciplina Positiva para padres y madres de hoy. Medici.
Nelsen, J. et al. (2016). Herramientas de disciplina positiva para la educación de sus hijos. Medici.
Nelsen, J. y Lott, L. (2014). Disciplina Positiva para adolescentes. Medici.