Vale, ¡te perdono!

A menudo observamos que nuestros infantes perdonan rápido después de recibir algún daño u ofensa. Que son capaces de sacar el lado positivo de la situación, dejando atrás rencores y problemas para continuar relacionándose de manera sana y feliz con su alrededor. La inocencia y positividad ante los disgustos, y su particular manera de percibir el mundo, les hace ser personas más felices y valientes. En el artículo de hoy, veremos los beneficios del perdón y cómo éste está estrechamente vinculado con el desarrollo de la mente.

ANTES DE TODO… ¿QUÉ ES EL PERDÓN?

El concepto de “perdón” ha sido objeto de numerosas definiciones a lo largo del tiempo, que han estado motivadas por diferentes teorías, desde cognitivas, comportamentales, culturales o espirituales.

Actualmente, consideramos el perdón como una estrategia para afrontar una agresión y como una decisión tomada de manera consciente después de recibir algún tipo de daño (Lin, Enright y Klatt, 2011). Así, la persona que decide perdonar deja a un lado los pensamientos y actos negativos del conflicto mediante un proceso de reducción del malestar para dar una oportunidad al bienestar. Además, en algunas ocasiones la persona es capaz de desarrollar sentimientos de empatía y comprensión hacia la persona que le perjudicó.

El proceso de perdón requiere tiempo para madurar lo sucedido y afrontar las consecuencias. Adímismo, puede estar motivado por diversos factores tales cómo la personalidad, la cultura o la creencia de una persona.

Enright (2001) y sus colaboradores, organizan el proceso del perdón en cuatro grandes fases:

  1. Encontrar y aceptar tanto el agravio cómo las repercusiones de éste.
  2. Decidir perdonar a la persona o al hecho para evitar que la situación repercuta demasiado en el desarrollo de nuestro cuotidiano.
  3. Desarrollar una perspectiva amplia que nos permita empatizar con la persona y poder verlo como un ser humano y no cómo un monstruo.
  4. Redefinir la ofensa para evitar caer en estigmas tanto en el papel de víctima cómo el de la persona que agrede.

Por su parte, Prieto (2017) hace mención a las tres dimensiones del perdón expuestas por Lawler-Row y otros autores:

  1. Orientación: hacia quién se dirige el perdón. Hacia una misma (intrapersonal) o hacia otra persona (interpersonal).
  2. Dirección del cambio: el perdón puede provocar la disminución de respuestas negativas cómo también la manifestación de respuestas positivas.
  3. Tipo de respuesta: el perdón puede ser una conducta, un cambio emocional (positivo o negativo) o un pensamiento.

EL PERDÓN EN LA INFANCIA

Podríamos decir que los infantes enseñan a las personas adultas a simplificar la vida, a no dar demasiadas vueltas a los mismos problemas, y a perdonar de manera más sencilla y sincera.

Los infantes desarrollan la capacidad de perdonar a la vez que hay una maduración cognitiva, que les permite razonar sobre aspectos más abstractos.

Piaget (Díaz-Figueroa y Prieto-Ursúa, 2020) considera que los infantes de 2-3 años empiezan siendo cognitivamente egocéntricos, siendo incapaces de ponerse en el lugar de las demás personas y siendo extremadamente heteronimios, es decir, consideran las normas sagradas e inflexibles. Además, juzgan los actos según las consecuencias: así que, a mayor agravio, mayor castigo merecido.

A la edad de 4-5 años, los infantes son capaces de empezar a diferenciar y relacionar los conceptos cómo el daño, la intención y la culpabilidad. Es en esta etapa cuando empiezan a adquirir la capacidad de perdonar siempre y cuando la persona que les daña muestre remordimientos o culpa después de los hechos. Los infantes llegan a conectar gracias a los remordimientos, que provocan que vean que esa persona también sufre, cosa que desarrolla en la víctima sentimientos de preocupación y simpatía.

A partir de los 7 años, se desarrolla la autonomía a la vez que disminuye la heteronimia, por lo que adquieren la capacidad de juzgar los hechos por las intenciones que los motiva y no por las consecuencias. En esta etapa, el infante es capaz de reflexionar sobre la importancia de las relaciones interpersonales y es socialmente más sensible, por lo que aumentarán las probabilidades de buscar una reconciliación luego de haber perdonado.

LOS BENEFICIOS DEL PERDÓN

Cómo se ha dicho anteriormente, el perdón es una decisión, por lo tanto, no es algo innato que nos salga de manera natural después de recibir una agresión.

Tomar esta decisión aporta algunos beneficios. Según Díaz-Figueroa y Prieto-Ursúa (2020): “el perdón es una cualidad fundamental para la promoción del bienestar en los infantes”. Éste es beneficioso para la salud mental, física y social, además de fomentar la disminución de la violencia y promover la creación y el mantenimiento de relaciones interpersonales.

Además, el perdón reduce el estrés post-ofensa y dota a la persona de una mayor salud mental. Por otro lado, perdonar nos hacer ser personas menos violentas y hostiles, haciéndonos más resilientes. También se dice (Rocha, Amarís y López-López, 2017) que favorece la productividad e incluso beneficia nuestra etapa escolar, siendo capaces de tener una mayor gestión de los conflictos y adaptándonos mejor a diversas situaciones.

PARA ACABAR…

El perdón es un proceso dinámico que dependerá tanto de factores y motivaciones intrínsecas como extrínsecas. Además, las personas desarrollamos la capacidad de perdonar a medida que adquirimos una mayor maduración cognitiva y emocional. Aún así, parece que en nuestra niñez nos es más fácil perdonar, y proseguir con nuestra vida sin darle tantas vueltas al asunto, ni dándole mayor lugar al conflicto.

Por último, tenemos que recordar que el perdón es un derecho de la persona, por lo que nunca se podrá forzar ni imponer. Así pues, con el perdón no se exculpa a una persona ni olvidamos la transgresión, de hecho, tampoco significa que nos reconciliemos con la persona que nos hace daño. Simplemente, el perdón es la vía para poder disminuir el resentimiento y el daño provocado, y poder continuar con nuestra vida desde una manera más tranquila y feliz.

¿Y tú, también crees que puedes volver a perdonar cómo lo hacíamos en nuestra niñez?

Autora: Laia Pardines Ruiz. Educadora Social.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

  • Díaz-Figueroa, P., y Prieto-Ursúa, M. (2020). El desarrollo del perdón en niños. Revista Clínica Contemporánea11(e2), 1–15. 
  • Enright, R. D. (2001). Forgiveness is a choice: A step-by-step process for resolving anger and restoring hope. American Psychological Association. 
  • Lin, W., Enright, R. y Klatt, J. (2011). Forgiveness as character education for children and adolescents. Journal of Moral Education, 40(2), 237-253. 
  • Prieto, M. (2017). Perdón y salud. Introducción a la psicología del perdón. Madrid. Universidad Pontificada de Comillas. 
  • Rocha, A., Amarís, M., y López-López, W. (2017). El perdón como estrategia de afrontamiento. Una mirada desde el modelo de la complejidad del afrontamiento. Terapia Psicológica35(3), 271–281.

  • Williamson, I., y Gonzales, M. (2007). The subjective experience of forgiveness: Positive construals of the forgiveness experience. Journal of Social and Clinical Psychology, 26(4), 407-446.