Una de las tareas más bonitas que desarrollamos como personas que acompañan a la infancia es la de resolver sus dudas. Pero debemos reconocer que últimamente la situación del mundo nos la hace un poco complicada.
Al ser sus personas de referencia, niños y niñas tienen la esperanza de poder recibir respuestas honestas a todo aquello que les crea confusión. Por eso, en el articulo de hoy, vamos a conocer algunas pautas para poder hablar de temas peliagudos, como lo es una guerra, con nuestros pequeños y pequeñas.
INFANCIA CONECTADA AL MUNDO
A pesar de intentar controlar la información que reciben, debemos tener en cuenta que los infantes están conectados al mundo, y esa conexión es buena tanto para poder vincularse e interactuar con su entorno como para poder desarrollar su propia personalidad y la manera en la que, como personas, quieren relacionarse con el mundo.
Aun así, sabemos que últimamente pueden estar recibiendo imágenes muy duras por televisión o Internet, escuchando conversaciones en casa y en la calle, o trabajando estos temas en las aulas.
Seguramente, la mayoría de nuestros pequeños y pequeñas no sea capaces de entender del todo qué está pasando a su alrededor, y desde la curiosidad, la angustia y el miedo necesitan que los acompañemos y les facilitemos respuestas adaptadas a su situación.
¿Qué información ha recibido?
Antes de empezar a explicar qué está pasando con todo tipo de detalles, tenemos que tener en cuenta qué tipo de información ha recibido, qué dudas le han surgido frente a ésta y qué piensa sobre ello. Esto nos dará una idea sobre qué poder explicarles y hasta dónde necesitan que especifiquemos.
Para ello, tenemos que dejar que hablen, haciendo escucha activa, y así podrán expresar con libertad todo aquello que piensan e imaginan, y que les crean dudas. Además, es importante que el niño o la niña lleven la iniciativa en la conversación, es decir, que hablemos específicamente de lo que quieren hablar.
Por otro lado, debemos adecuar la información a su madurez. Niños y niñas deben saber qué pasa a su alrededor, pero los telediarios no suelen ser apropiados para el público infantil, por eso es preferible que les expliquemos nosotros y nosotras qué está pasando.
Seguramente los infantes no lleguen a entender por qué se tiran bombas en países que matan a personas, pero sí pueden entender que hay conflictos que cuesta mucho solucionar y algunas veces acaban en violencia física. Podemos ejemplificar esto con algún conflicto que hayan tenido en casa o en la escuela: ¿Recuerdas aquel día que tú y tu compañera queríais el mismo juguete y después de mucho discutir os empujasteis?
Ayudarnos de soportes
Contar con soportes para contextualizar la información puede ayudarles a clarificar sus pensamientos. Dependiendo de la edad, podemos utilizar diferentes recursos para ello. Por ejemplo, cuando son más mayores, se puede utilizar un globo terráqueo para ver dónde están los países, qué países vecinos tiene y dónde vivimos. Además, con la ayuda de Internet, podemos ver cómo viven, qué historia tienen, cómo es su cultura, etc.
Cuando son más pequeños y pequeñas, podemos utilizar cuentos que nos hablen de las guerras. Por ejemplo, “Los niños no quieren la guerra”, escrito e ilustrado por Éric Battut; en él, dos reyes empiezan una guerra por un motivo absurdo, y los niños y niñas de los pueblos hacen que los reyes se den cuenta de que las batallas no llevan a ningún lado y que la vida es más bonita jugando y disfrutando de ella.
Otro ejemplo de cuento para la paz es “¿Por qué?”, escrito por Nikolai Popov, que vivió su niñez en medio de una guerra. En el cuento, una rana y un ratón se pelean por una flor, y acaban destruyendo un paraje precioso. El autor escribió el libro porque cree que, si niños y niñas entienden desde su niñez que la guerra es innecesaria y que, además, es muy fácil caer en un círculo de violencia, cuando sean personas adultas serán personas impulsoras de la paz, y harán reflexionar a los infantes de su alrededor de las atrocidades bélicas.
Atender a sus emociones
Es muy importante dar valor a sus emociones, atenderlas de manera correcta y no minimizarlas. De las emociones primarias (alegría, enfado, miedo, tristeza, asco y sorpresa), los niños y niñas ante informaciones sobre guerras seguramente experimenten enfado, miedo y tristeza. Y en nuestro discurso hay que normalizar y validar esas emociones para poder acompañarlas. De la misma manera que cuando se hacen daño intentamos consolarles, la información que están recibiendo les provoca unas emociones que hay que atender con dedicación.
Es preferible que le digamos “es normal que sientas miedo” a un “no te preocupes, no pasa nada”, puesto que en el primer caso damos valor a su emoción, y en el segundo la ignoramos.
¿Cómo le contesto a esto?
¿Aquí puede llegar la guerra? ¿Vamos a morir también? ¿Papá se tendrá que ir a luchar? ¿Cerrarán el colegio otra vez? Estas son algunas de las preguntas que seguro que hemos escuchado de nuestros pequeños y pequeñas estos días. Responderlas no nos es fácil, ya que no tenemos información suficiente, pero podemos mandar un mensaje tranquilizador: “Hay muchas personas intentando que esto se acabe lo más pronto y bien posible” o “Hay muchas personas trabajando para que la guerra no llegue aquí”, entre otros.
Por otro lado, es posible que nos pregunten sobre nuestra opinión para poder hacerse una idea. Es importante no polarizar bandos y dejar que piensen libremente sobre ello. Podemos dar nuestra opinión dejando claro que es simplemente eso, nuestra percepción del conflicto, pero que puede haber muchas otras según la información que se reciba. No polarizar en bandos de “buenos” y “malos”, y explicar los matices es conveniente para que puedan construir su propia opinión.
¿Qué podemos hacer desde aquí?
Desde casa y las escuelas tenemos un montón de oportunidades para hacer frente a los conflictos bélicos, que se resumen en transmitir una educación basada en valores para la paz y la cooperación. Que nuestros infantes crezcan teniendo figuras referentes, conocidas mundialmente o anónimas, de etnia, cultura, género y edades diversas, para que puedan inspirarse en estas personas y normalicen a quienes son diferentes que ellos.
Enseñarles que el conflicto no tiene porqué resultar negativo, y que existen muchas maneras de resolverlo. Llegando a acuerdos, cediendo ambas partes, buscando soluciones creativas. Ser ejemplo de respeto y solidaridad, promover los Derechos Humanos, crear espacios seguros dónde reine el diálogo y el acompañamiento afectivo.
A modo de conclusión, os invitamos a reflexionar sobre nuestra manera de educar con una frase de María Montessori:
«Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y éste es el primer principio de cualquier guerra. Cuando educamos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz»
Autora: Laia Ruiz. Educadora Social.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
- Battut, É. (2001). Los niños no quieren la guerra. Juventud.
- Popov, N. (2018). ¿Por qué? Kalandraka Editora S.L.
- Vieites, M. Cómo hablar de la guerra a los niños. Padres Y Maestros / Journal of Parents and Teachers, (275), 9. Recuperado a partir de: https://revistas.comillas.edu/index.php/padresymaestros/article/view/2069